Los policías que estaban en el Estadio Juan Gilberto Funes de San Luis intentaron dispersar a los fanáticos de cada club, mientras que los bomberos tiraban agua.
Hinchas de los dos equipos se tiraron piedras y butacas; el cordón policial no pudo contener en un principio las agresiones, hasta que avanzó sobre algunas personas y logró calmar los ánimos.
Cuando el cronómetro marcaba los 40 minutos, el partido siguió como si nada hubiera pasado, con una tribuna absolutamente despejada y sin más inconvenientes.