El drama de quienes alquilan una pieza sin baño en hoteles y están al borde de la calle

La pesadilla comenzó en cuando por un accidente se derrumbaron su casa y su estudio y, con ellos, su salud mental. “Perdí la vida que conocía”, dice durante una llamada vía Whatsapp que hace desde un local de comidas rápidas en donde le prestan wifi.
Ahora tiene 62 años y, como no logra acceder a un empleo estable, va saltando entre trabajos informales: desde cuidar a una persona con problemas de salud o ser asistente en una productora de contenidos de streaming. Lo que gana le sirve para garantizarse lo básico: pagar el hotel y comer.
Si bien es beneficiario de un subsidio habitacional por el que cobra 227.000 pesos, la pieza que alquila desde hace un año y medio ahora le sale 336.000, así que todos los meses debe generar la diferencia.
Vivir en una habitación de un hotel familiar que funciona a la manera de una pensión es el único recurso que tienen miles de personas en la ciudad de Buenos Aires, que, como Emilio, luchan para no quedar en situación de calle.
Un informe del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad difundido a fines de 2024 cita datos del Gobierno porteño que estiman que el 1% de la población de CABA vive en piezas de hotel o pensión. Esto equivale a algo más de 31.000 personas.
Para ellas, alquilar una casa o un departamento no es una opción, ya sea porque los costos están por encima de sus posibilidades, porque no tienen una garantía propietaria o porque no tienen un trabajo formal, requisitos casi excluyentes en el mundo de los alquileres.
El Gobierno porteño, a través del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, cuenta con un programa de subsidio habitacional que consiste en un aporte mensual que oscila entre los 159.000 pesos y los 227.000 pesos. Es justamente el que recibe Emilio.
Esta política busca apoyar el acceso a la vivienda para quienes se encuentran en extrema vulnerabilidad y no pueden lograrlo por sus propios medios. Pero el desfasaje entre estos valores y lo que cuesta una habitación hace que no siempre se logre ese objetivo.
En julio, según un relevamiento del Ministerio Público de la Defensa porteño, el alquiler de una pieza arrancaba en los 330.000 pesos, pero puede superar los 600.000 si tiene, por ejemplo, baño privado.
Según una estimación del equipo de Seguimiento de Políticas Públicas de Grupos Vulnerables del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires, en el último año, el costo del alquiler de una habitación en un hotel familiar aumentó más del 100% mientras que los subsidios habitacionales, un 29,5%.
El año último, un informe de ese organismo hecho junto a la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) registró que el total de subsidios habitacionales otorgados alcanzaba los 9913.
En algunos casos, como el de Emilio, los beneficiarios viven solos, pero en otros, tienen a cargo un grupo familiar, por lo que se desconoce a cuántas personas impacta esta política.
Una solución transitoria
En el mencionado informe, el Ministerio Público de la Defensa considera al subsidio como la principal política pública llevada adelante por el Gobierno porteño para acompañar a quienes se encuentran en emergencia habitacional y están en riesgo de quedar en situación de calle.
“El subsidio habitacional es hoy una herramienta fundamental para facilitar el acceso a un alquiler. Sin embargo sigue una lógica de emergencia y se enfoca en la provisión de soluciones transitorias que resultan deficitarias y muchas veces insuficientes”, explicaron desde la Secretaría General de Planificación del organismo.
Desde ACIJ, Catalina Marino, coordinadora del programa Derecho a la Ciudad, coincide con estas apreciaciones aunque no desmerece el valor de esta política. “Es muy útil si alguien está en una situación habitacional complicada, en riesgo de quedar en la calle y necesita este plus económico para poder alquilar”, dice.
Sin embargo, acto seguido puntualiza una serie de razones por las que, aún cobrando el subsidio, los beneficiarios difícilmente logran dar con una solución habitacional superadora con perspectivas de largo plazo.
“La actualización del subsidio no está atada a un índice ni ocurre con cierta periodicidad, o sea que nunca es previsible. Por otro lado, los valores siempre quedan por debajo de lo que cobran los hoteleros”, explica Marino.
Además, agrega la experta, se trata de un beneficio transitorio, con plazos de pago que fueron variando con el paso del tiempo. “Hubo un período en el que se lo otorgaba por 10 meses con opción a otros 10. Después pasó a 12 meses con opción a otro año. Pero es muy difícil resolver en forma definitiva una situación de crisis habitacional en un plazo tan acotado”, agrega Marino.
Una vez concluido el plazo, si el beneficiario no logró resolver su situación o considera que requiere de un apoyo permanente, puede solicitar la extensión del plazo mediante un amparo judicial. Actualmente, se trata de una práctica muy extendida. Según el informe del MPD, ACIJ y el CELS, en 2024 habían 9913 subsidios vigentes de los cuales el 40% estaba asociado a alguna acción judicial.
La problemática habitacional excede ampliamente los límites de la avenida General Paz. De acuerdo con una investigación de la fundación Tejido Urbano, en nuestro país hay más de tres millones de hogares inquilinos. Sin embargo, tal como explican desde ACIJ, la Ciudad de Buenos Aires es la única jurisdicción que cuenta con un programa que subsidia el alquiler.
LA NACION se contactó con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño para conocer más detalles de la problemática y si tenían previsto alguna actualización del subisidio o la política pública sobre el tema, pero no hubo respuestas.
Georgina Oliva Vidal tiene 50 años. Es viuda y vive con sus tres perros. Está desempleada y, desde hace años, después de haberse quedado sin casa y sin trabajo, trata de hacerse de un techo estable lo mejor que puede.
“Solo puedo acceder a vivir en hoteles, pero es muy difícil que te acepten con animales”, dice. Acaba de obtener un subsidio habitacional de 159.000 pesos para el pago de una habitación en un hotel de San Telmo que le sale 320.000 pesos.
“Estoy buscando trabajo de limpieza pero no consigo. Así que para la diferencia me la rebusco: vendo cosas que consigo por Marketplace y a veces pido en la calle. Si no logro el total, me van a desalojar y si no tengo donde vivir, pierdo el subsidio”, dice desesperada y con conocimiento de causa. En los últimos años, cuenta, tuvo y perdió el beneficio en seis ocasiones por no poder pagar la diferencia.
“Me ha pasado de terminar en la calle. A los paradores nunca fui por el tema de mis perritos. Pero ahora dicen que reciben con animalitos”, dice Georgina, casi como si lo estuviera evaluando como posibilidad.
Entre abril del año pasado y mayo de este año, la población en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires aumentó un 27%, según al último censo del Gobierno porteño. De haber registrado 3560 en abril pasado, los números pasaron a 4522 en mayo de este año.
Las cifras oficiales marcan que el 65%, unas 2948 personas, pasa la noche en alguno de los 50 Centros de Inclusión Social (CIS) que hay en la ciudad, también conocidos como paradores. En tanto, el 35%, unas 1574, duerme en la vía pública.
El subsidio habitacional es, justamente, la principal política con la que el Gobierno porteño busca acompañar a las personas alojadas en los paradores porteños y que, tras haber estado en situación de calle, empiezan a pensar en un futuro tras el egreso.
Pero, dada la diferencia entre los montos que se otorgan y lo que sale una habitación de hotel, para especialistas como Marino, la actual política habitacional de CABA mira más la emergencia que el largo plazo.
“Nada lleva a una solución definitiva. Hoy la principal política del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat pasa por la mejora y la diversificación de los paradores para personas en situación de calle. Falta una instancia superadora para cuando egresan, tal vez un programa de alquiler social”, arriesga Marino. “La problemática es compleja, pero nadie parece estar pensándola”, agrega.
En el caso de Emilio, a fines de agosto cobró el subsidio de ese mes en cinco cheques: cuatro por 50.000 pesos y el quinto por 27.000 pesos. “El subsidio nunca lo cobro a principios de mes, pero la pieza hay que pagarla del 1 al 10. Por suerte en el hotel me tuvieron paciencia. Sé de otros compañeros que no tuvieron la misma suerte y quedaron en la calle”, dice.
Emilio cuenta que le costó mucho conseguir este hotel y que quiere sostenerlo porque es un lugar tranquilo. “No hay violencia ni hostilidad como suele verse en otros lugares”, dice. Pero ver cómo cubrir el resto del alquiler es, todos los días, un desafío que no deja margen para otras cosas.
“Por suerte, hace unos años me contacté con la gente de Amigos en el Camino y, desde entonces, ahí consigo ropa y calzado para poder vestirme en forma decente sin tener que gastar, porque no podría”, dice y agrega: “Ni hablar de alquilar algo más grande”.
Más información:
El equipo de trabajo de Seguimiento de Políticas Públicas de Grupos Vulnerables del Ministerio Público de la Defensa de CABA aborda las problemáticas que atraviesan las personas en situación de calle desde una perspectiva integral y de derechos. Cuenta con un mapeo de hoteles y con un listado de recursos disponibles como ubicación de paradores y hoteles, así como espacios para comer y bañarse, entre otros.
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